Según el Chilam Balam, el libro de los sacerdotes del jaguar, de los mayas, la historia comienza en el año 3113 a. de C. El especialista alemán en temas mayas Wolfgang Cordan relaciona esta fecha con un misterioso acontecimiento histórico de gran importancia. La historiografía tradicional, sin embargo, únicamente la menciona como una curiosidad del complicado calendario maya. De una manera bastante sorprendente, las tradiciones escritas de las naciones de América Central coinciden con las leyendas de los indios de la jungla. Los toltecas y los mayas hablan sobre la aparición de dioses y de héroes, quienes, sin esfuerzo aparente, realizaban actos extraordinarios. Los Aruak de la Amazonia describen asimismo la llegada y partida de portadores de frutas cubiertos con extrañas máscaras. Algún acontecimiento histórico similar parece haber influenciado a todos los pueblos que vivían en aquel tiempo. De ello somos conscientes en la actualidad, aunque pueda presentarse envuelto en un manto de mitología, se basa indudablemente en hechos reales.
La única relación directa entre la historia comprensible y los mitos latinoamericanos se encuentra en las leyendas de los quiche-maya y de los ugha mongulala, salvo en que sus tradiciones se refieren distinta mente a Dioses-Reyes y a Padres Antiguos poseedores de unas asombrosas cualidades físicas. Son éstos los descendientes de una misteriosa raza; seres muy superiores a los hombres y que tras su muerte entran en una segunda vida que les está vetada a los mortales ordinarios.
«Si quieres convertirte en un Dios», dice el Chilam Balam de los quiche-maya, «hazte merecedor de ello. Tu existencia terrena y tu conducta deben estar en armonía con la voluntad de los Dioses. Debes seguir las leyes éticas del cosmos. Sólo así los Dioses no se sentirán avergonzados ante tu presencia y hablarás con ellos como su igual».
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En la Crónica de Akakor, los «Maestros Antiguos que nosotros llamamos Dioses» vinieron a la Tierra hacia el año 3.000 a. de C. y la modelaron a su imagen. A los hombres les dieron nombres, idioma y escritura; les enseñaron unas elementales leyes agrícolas y políticas que se han mantenido en vigor hasta la actualidad; y, asimismo, los trasladaron a las residencias subterráneas como una protección contra una inminente catástrofe. Así es como lo recoge la crónica. Las tradiciones orales y escritas de los pueblos más antiguos son invariablemente comparables.
En un tiempo, hace más de 10.000 años, una o varias naciones altamente civilizadas habitaban en la Tierra, dominaban a los pueblos indígenas y realizaban actos que dependían de unos asombrosos cálculos matemáticos. Según el Libro de los Muertos de los egipcios, el Vedda de los celtas y el libro secreto indio Mahabharata.
Fueron asimismo las responsables del nacimiento de los primeros centros de civilización, en los cuales posteriormente se desarrollarían las altas culturas.
Los mitos de las poblaciones aborígenes de América Latina forman un cuadro bastante coherente. En un pasado bastante lejano, la Tierra estaba gobernada por una poderosa raza de dioses que sometió a las poblaciones nativas y construyó gigantescas ciudades. Estos seres, obviamente construyeron asimismo ciudades subterráneas y fortalezas ante la expectativa de una guerra que evidentemente creían era inevitable. El posterior acaecimiento real de un acontecimiento terrible no sólo es confirmado por la tradición: los geólogos y los arqueólogos dan por hecho que la primera Gran Catástrofe según la Crónica de Akakor, la destrucción del mundo según el vocabulario de los mayas, el Diluvio según el Antiguo Testamento, ocurrió realmente.
En la actualidad, los científicos interpretan como natural un acontecimiento que es un lugar común en la historia de todos los pueblos. Podría haber sido provocado por una modificación del eje de la Tierra debido al acercamiento de una estrella o al de un cometa, o a la caída de una luna. Numerosos geólogos creen que hubo grandes cambios en la corteza de la Tierra y posteriores olas enormes. Las leyendas y los mitos de los pueblos aborígenes atribuyen estos hechos a los dioses.
El Popol Vuh quiche-maya habla de una visita de los dioses para destruir a la Humanidad malvada. El libro secreto indio Mahabharata describe una guerra entre los dioses. El Edda germánico habla de una revuelta del averno:
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«El Sol se vuelve negro. Se desata el trueno. La trompa de Yggdrasill comienza a temblar. El espíritu de los árboles gime. El gigante se escapa. Todo se conmociona. En el averno, las ataduras de Surt, el amigo de sangre, se rompen. El cielo revienta. El vientre de la Tierra se abre hacia el cielo y vomita llamaradas de fuego y veneno. El dios se pone en camino para enfrentarse con el dragón. Se oculta el Sol. La Tierra se hunde en el agua. Las felices estrellas caen del cielo».
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La Crónica de Akakor complementa y completa la información mítica de otros pueblos. Nos habla de dos razas divinas con diferentes propiedades físicas. El comienzo de la guerra se sitúa en el año 13 (10.468 a. de C., según el calendario occidental). Platón, en su diálogo llamado Critias, menciona el año 9500 a. de C. como aquel en el que la legendaria Atlántida fue destruida. El historiador Hemus habla de una terrible catástrofe que ocurrió en el año 11.000 a. de C. Posnansky sitúa la destrucción de Tiahuanaco hacia el año 12.000 a. de C. Un filósofo griego, un historiador egipcio y un investigador alemán, todos ellos confirman algo que es conocido desde hace mucho tiempo por las tradiciones orales y escritas de todos los pueblos.
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Los Ugha Mongulala y La Crónica de Akakor
LA CRONICA DE AKAKOR
La crónica cuenta la historia milenaria de Sudamérica desde la perspectiva de los Ugha Mongulala, la civilización más antigua de la región, revelando muchas incógnitas que la historia y la arqueología no han podido explicar a ciencia cierta hasta nuestros días, como la construcción de Tiahuanaco y Machu Picchu. Incluso la ubicación de la ciudad de Akakor de los Ugha Mongulala no ha sido encontrada debido a la inmensidad de la selva amazónica.
En forma cronológica lo primero que narra la crónica es la llegada de los Dioses o Maestros Antiguos en el 13.000 A.C. procedentes del espacio exterior, quienes seleccionaron a las tribus aborígenes en la zona del Gran Río (Amazonas) para transmitirles cultura y acabar con su salvajismo, enseñándoles a cultivar la tierra, a respetar las leyes de la naturaleza y las leyes que ellos mismos les legaron para preservar el bien común. Construyeron grandes ciudades de piedra tanto en la superficie como subterráneas, con templos para la adoración del Sol, pirámides con fines espirituales y largos túneles que atraviesan bajo tierra desde las actuales zonas de Perú y Bolivia hasta Brasil y Venezuela. Transcurridos 3 mil años desde su llegada, los Dioses regresan a su mundo, fecha que fue fijada en la cronología de la Crónica de Akakor como la Hora Cero (o el año cero, que corresponde al 10.481 A.C.).
La historia de los Ugha Mongulala logra conmover por la cantidad de adversidades que debieron pasar para sobrevivir por más de 15 mil años, tanto a catástrofes naturales, guerras contra otras tribus y contra los "Blancos Bárbaros", los conquistadores venidos desde Europa en el siglo XV y que casi lograron su extinción.
La Crónica de Akakor está dividida en cuatro partes y abarca un período de algo más de diez mil años de la vida del pueblo de Mongulala. Contiene importantes sucesos económicos y culturales de una evolución que alcanzó su punto culminante en 1944 con la llegada de los soldados alemanes. El original fue escrito con antiguos jeroglíficos en vasijas y pieles de animales, y luego también en pergaminos.
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EL LIBRO DEL JAGUAR
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EL LIBRO DEL ÁGUILA
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EL LIBRO DE LA HORMIGA
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EL LIBRO DE LA SERPIENTE DE AGUA
LA PROCEDENCIA DE LOS DIOSES
Los Maestros Antiguos procedían de Schwerta, un poderoso imperio formado por muchos planetas, tan numerosos que ambos mundos, el de los Maestros Antiguos y el de la misma Tierra, se encuentran el uno al otro cada 6000 años. Es entonces cuando regresan los Dioses.
Tienen la piel blanca, cuerpos agraciados, fino pelo negro azulado, barba en el labio superior y el mentón. Lo que los diferencia es que tienen 6 dedos en las manos y 6 dedos en los pies.
En cuanto a las 13 residencias subterráneas que construyeron, su plan corresponde al de la constelación de Schwerta.
La Primera ciudad que construyeron los Maestros Antiguos se llamó AKANIS (fortaleza uno) en un estrecho istmo en México, en el lugar donde los dos océanos se tocan.
[Podría tratarse de antiguas ciudades de los Olmecas, pero su relación no ha sido explicada y no se menciona nada más sobre Akanis en la crónica.]
La segunda fue AKAKOR (fortaleza dos), la ciudad de la tribu de los Ugha Mongulala, construida en el 13.000 A.C.
La tercera fue AKAHIM (fortaleza tres), construida en el año 3166 A.C., a la cual los conquistadores españoles llamaron "El Dorado" por la gran cantidad de oro con que había sido construida.
Las tres residencias terrestres de los Maestros Antiguos eran lugares prohibidos para los Ugha Mongulala:
- Salazere, en las zonas altas del Gran Río
- Tiahuanaco, sobre el Gran Lago
- Manao, en la llanura elevada del sur.
Entre el 3166 A.C. y el 2866 A.C. los Ugha Mongulala bajo el mando del dios Lhasa construyeron la ciudad de Machu Picchu en el Oeste, y la poderosa ciudad portuaria de Ofir sobre la desembocadura del Gran Río en el Este (en el 3056 A.C.).
Aproximadamente en el 2866 A.C. el hermano de Lhasa, llamado Samón, se dirigió hacia el Este para construir un imperio en el valle de un río.
[Posiblemente se trate del rey Sargón I, que construyó la ciudad de Akkad e inició una nueva era en el pueblo Sumerio, llevando la escritura y el lenguaje de los Dioses a Mesopotamia.]
DIVISIÓN DEL AÑO TERRESTRE
- Dividieron el año en 13 Lunas: Unaga, Mena, Lano, Ceros, Mens, Laime, Gisho, Manga, Klemnu, Tin, Meinos, Danama, e Ilashi.
- Cada 2 lunas de 20 días le sigue una luna doble. "Al finalizar el año, dedicamos 5 días a la veneración de los Dioses. Seguidamente celebramos nuestra fiesta sagrada más importante, el solsticio, cuando se inicia la renovación de la Naturaleza."
LA PRIMERA GRAN CATÁSTROFE (10.468 A.C.)
"Había signos extraños en el cielo. El crepúsculo cubría la superficie de la Tierra. El sol brillaba todavía, mas una bruma grisácea, grande y poderosa, comenzaba a oscurecer la luz del día. Signos extraños se mostraban en el cielo. Las estrellas parecían piedras perezosas. Sobre las colinas se cernía una niebla venenosa. Los árboles desprendían un fuego maloliente. Un sol rojo y un sendero negro se cruzaban entre sí. Negro, rojo, las cuatro esquinas de la Tierra estaban rojas."
"Los Servidores Escogidos estaban llenos de espanto y de terror. Ya no veían ni el Sol ni la Luna, ni las estrellas. La confusión y la oscuridad estallaban por doquier. Imágenes extrañas pasaban por sobre sus cabezas. La resina goteaba desde el cielo y, en el crepúsculo, los hombres caminaban desesperados en busca de comida. Mataron a sus propios hermanos. Olvidaron el testamento de los Dioses. La era de la sangre había comenzado."
En el período anterior a la hora cero existía otra nación de dioses que era hostil a nuestros Maestros Antiguos. Según las imágenes del Gran Templo del Sol en Akakor, las extrañas criaturas parecían hombres. Tenían mucho pelo y eran de piel rojiza. Como los hombres, tenían cinco dedos en las manos y cinco en los pies; mas de sus espaldas crecían cabezas de serpientes, de tigres, de halcones y de otros animales... Las dos razas de dioses, comenzaron a disputar. Quemaron el mundo con calor solar y trataron de arrebatarse el poder la una a la otra.
[los mitos y textos de diferentes culturas antiguas hablan de esas dos naciones, una que habitaba en el continente de Lemuria o Tierra de Mu en el océano Pacífico y la otra en el continente de la Atlántida o Atlantis en el océano Atlántico]
"Este es el relato de cómo perecieron los hombres. ¿Qué es lo que le ocurrió a la Tierra? ¿Quién la hizo temblar? ¿Quién hizo bailar las estrellas? ¿Quién hizo salir a las aguas de las rocas? Numerosas fueron las calamidades que visitaron al hombre; varias las pruebas a las que estuvo sujeto. Hacía un frío terrible, y un viento helado soplaba sobre la Tierra; hacía un calor terrible, y las personas se quemaban con su propio aliento. Los hombres y los animales huían sobrecogidos por el pánico. Corrían desesperados de un lado a otro. Intentaban subir a los árboles, pero los árboles los rechazaban; intentaban llegar a las cavernas, pero las cavernas se desplomaban y los sepultaban. Lo que estaba abajo se puso arriba, y lo que estaba arriba se hundió en las profundidades. El sonido y la furia de los Dioses parecían no tener fin. Incluso los refugios subterráneos comenzaron a temblar."
La forma del continente antes de la Primera Gran Catástrofe difería considerablemente de su forma actual. Era mucho más frío y la lluvia caía regularmente. Podían distinguirse con claridad los períodos de sequía y los de lluvia. Todavía no existían los grandes bosques. El Gran Río era más pequeño y afluía hacia los dos océanos. Los afluentes lo unían con el lago gigante en el que los dioses habían erigido el complejo religioso de Tiahuanaco sobre la costa del sur.
El curso de los ríos quedó alterado, y la altura de las montañas y la fuerza del sol cambiaron. Hubo continentes que quedaron inundados. Las aguas del Gran Lago retrocedieron hacia los océanos. El Gran Río fue desplazado por una nueva alineación montañosa y afluía ahora rápidamente hacia el Este. En sus orillas nacieron y crecieron enormes bosques. Un calor húmedo se extendió sobre las regiones orientales del imperio. En el Oeste, donde habían surgido unas gigantescas montañas, las personas se congelaron con el frío cerrado de las elevadas altitudes.
Lo que estaba abajo se puso arriba, y lo que estaba arriba se hundió en las profundidades. El sonido y la furia de los Dioses parecían no tener fin. Incluso los refugios subterráneos comenzaron a temblar.
La primera mención sobre la forma del continente antes de la primera Gran Catástrofe fue hecha después de la partida de los Maestros Antiguos. En aquel tiempo difería considerablemente de su forma actual. Era mucho más frío y la lluvia caía regularmente. Podían distinguirse con claridad los periodos de sequía y los de lluvia. Todavía no existían los grandes bosques. El Gran Río era más pequeño y afluía hacia los dos océanos. Los afluentes lo' unían con el lago gigante en el que los Dioses habían erigido el complejo religioso de Tiahuanaco sobre la costa del Sur.
La primera Gran Catástrofe dio a la superficie de la Tierra un aspecto diferente. El curso de los ríos quedó alterado, y la altura de las montañas y la fuerza del sol cambiaron. Hubo continentes que quedaron inundados. Las aguas del Gran Lago retrocedieron hacia los océanos. El Gran Río fue desplazado por una nueva alineación montañosa y afluía ahora rápidamente hacia el Este. En sus orillas nacieron y crecieron enormes bosques. Un calor húmedo se extendió sobre las regiones orientales del imperio. En el Oeste, donde habían surgido unas gigantescas montañas, las personas se congelaron con el frío cerrado de las elevadas altitudes. La Gran Catástrofe provocó unas devastaciones terribles, tal y como había sido anunciado por nuestros Maestros Antiguos.
Y lo mismo ocurrirá en la futura catástrofe que nuestros sacerdotes han calculado por el curso de las estrellas. Porque la historia de los hombres sigue unos caminos predeterminados: todo se repite, todo regresa en torno a un circulo que dura 6.000 años. Nuestros Maestros Antiguos nos enseñaron esta ley. Nuevamente, 6.000 años han transcurrido desde la última Gran Catástrofe, y 6.000 años desde que nuestros Maestros Antiguos nos abandonaron por segunda vez. Una vez más, signos ominosos aparecen en el cielo. Los animales huyen perseguidos por el pánico. Han estallado las guerras.
SEGUNDA GRAN CATÁSTROFE (3166 A.C.)
[próximamente la transcripción del texto del libro]
[Corresponde al Diluvio Universal que menciona la Biblia y tantos otros escritos antiguos. Según la descripción en la crónica, un objeto gigantesco, como un asteroide o meteorito, atravesó el cielo y provocó una lluvia que inundó todo el territorio. Posiblemente se trate del acercamiento del cometa Nibiru que mencionan los Sumerios]
LOS DOCUMENTOS DE LOS DIOSES
Los Maestros Antiguos dejaron documentos secretos que se guardan en el Gran Templo del Sol subterráneo. Estos se componen de grabados, de mapas y de dibujos misteriosos realizados por los Dioses y que hablan sobre la enigmática y oscura prehistoria de la Tierra.
Uno de los mapas muestra que nuestra Luna no es la primera y que tampoco es la única en la historia de la Tierra. La Luna que nosotros conocemos comenzó a acercarse a la Tierra y a girar en derredor de ella hace miles de años. En aquel entonces el mundo tenía otro aspecto. En el Oeste, allí donde los mapas de los Blancos Bárbaros solamente registran agua, existía una gran isla. Asimismo, en la parte septentrional del océano se encontraba una gigantesca masa de tierra.
Según nuestros sacerdotes, ambas quedaron sumergidas bajo una inmensa ola durante la Primera Gran Catástrofe, la de la guerra entre las dos razas divinas. Y añaden que esta guerra trajo la desolación a la Tierra y también a los mundos de Marte y de Venus, que es como los Blancos Bárbaros los llaman.
Basándose en los documentos dejados por los Dioses, nuestros sacerdotes conocen muchas de las cosas que siguen siendo desconocidas para los Blancos Bárbaros.
- Conocen las cosas más pequeñas y las más grandes, y la materia de la que todo se compone.
- Estudiaron el curso de las estrellas y las relaciones en la naturaleza.
- Exploraron las fuerzas espirituales del hombre, cómo gobernarlas y cómo aplicarlas.
- Nuestros sacerdotes han aprendido a hacer que los objetos puedan volar por el espacio, y a abrir el cuerpo del enfermo sin tocarlo.
- Saben cómo transmitir el pensamiento sin utilizar palabras. Esto les permite comunicarse con otras personas a través de las más largas distancias, no en detalle, sino que pueden transmitirse si sus corazones están alegres o tristes. Pero para esta comunicación son precisos el conocimiento del legado de los Dioses y un poder sobre las fuerzas mentales.
EL LEGADO DE LOS DIOSES
El testamento de los Dioses enseña cómo vivir y cómo morir. Afirma la existencia de una vida después de la muerte. Nos enseña cómo se crea el cuerpo, cómo se consume y cómo es constantemente modificado por el alimento. Por esta razón, el cuerpo no puede representar nuestra vida real. Nuestros sentidos dependen de nuestro cuerpo, y son albergados por él como la llama por una vela. Cuando la vela se extingue, los sentimientos de extinguen igualmente. Por tanto, tampoco los sentimientos pueden ser nuestra vida real. Dado que nuestro cuerpo y nuestros sentimientos están sujetos al tiempo, su carácter está compuesto de cambio. Y la muerte es el cambio completo. Nuestra herencia nos enseña que la muerte destruye algo de lo que en realidad podemos prescindir.
El yo real, la esencia de los humanos, la vida, está fuera del tiempo. Es inmortal. Tras la muerte del cuerpo, el yo regresa al lugar de donde provino. Así como la llama se sirve de la vela, el yo se sirve del hombre para hacer manifiesta su vida. Tras la muerte, regresa a la nada, al comienzo del tiempo, al primer comienzo del mundo. El hombre forma parte de un grande e incomprensible desarrollo cósmico que se desenvuelve y que está gobernado por una ley eterna. Nuestros Maestros Antiguos conocían dicha ley.
Así es como los Dioses nos enseñaron el secreto de la segunda vida. Ellos nos mostraron que la muerte del cuerpo es insignificante y que solamente importa la inmortalidad de la vida, liberada del tiempo y de la materia.
Las Pirámides eran símbolos de la vida y la muerte, un signo del sol, de la luz, de la vida. Hay un lugar entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos (Dioses), las pirámides suponían una conexión con la segunda vida.
"Todo existe y todo se consume. Así es como hablan los Dioses. Y así lo enseñaron a las Tribus Escogidas. Todos los hombres están sujetos a sus leyes, porque existe una relación interna entre el cielo que está arriba y la Tierra que está abajo."
PROFECÍAS DE LOS UGHA MONGULALA
Según las profecías de los sacerdotes, en el año 12.462 (1981) sobre vendrá una tercera Gran Catástrofe que destruirá la Tierra. La catástrofe se iniciará allí donde Samón estableciera su gran imperio. En este país estallará una guerra que lentamente se irá extendiendo por toda la Tierra. Los Blancos Bárbaros se destruirán los unos a los otros con armas más brillantes que mil soles. Solamente unos pocos sobrevivirán a las grandes tempestades de fuego, y entre ellos, se encontrará el pueblo de los Ugha Mongulala que se ha refugiado en las residencias subterráneas.
"Un terrible destino le espera a la Humanidad. Una conmoción se producirá y las montañas y los valles temblarán. La sangre caerá desde el cielo y la carne del hombre se contraerá y se volverá fofa. Las personas estarán sin fuerza y sin movimiento. Perderán la razón. Ya no podrán mirar hacia atrás. Sus cuerpos se desintegrarán. Así será cómo los Blancos Bárbaros recogerán la cosecha de sus actos. El bosque se llenará de sus sombras, agitadas por el dolor y por la desesperación. Entonces regresarán los Dioses, llenos de pesar por el pueblo que olvidó su legado. Y surgirá un nuevo mundo en el que los hombres, los animales y las plantas vivirán juntos en una unión sagrada. Entonces comenzará la nueva Edad de Oro."
Tabla Cronológica | ||
---|---|---|
Calendario de los Ugha Mongulala | Nuestro Calendario | |
Hacia 3.000 antes de la hora cero | Hacia 13.000 A.C. | Llegada de los Dioses y selección de las tribus. |
0 (hora cero) | 10.481 A.C. | Partida de los Dioses. |
13 | 10.468 A.C. | Primera Gran Catástrofe. |
13-7315 | 10.468-3.166 A.C. | Los años de sangre. |
4.130 | 6.351 A.C | Destrucción de Akakor por las Tribus Degeneradas, retirada a Akakor inferior. |
7.315 | 3.166 A.C. | Segunda Gran Catástrofe. Regreso de los Dioses. Construcción de Akahim. |
7.315-7.615 | 3.166-2.866 A.C. | Gobierno de Lhasa, construcción de Machu Picchu y Ofir, Imperio de Samón. |
7.951 | 2.470 A.C. | Viracocha, nacimiento de los Incas. |
11.051 | 570 D.C. | Llegada de los Godos. |
11.051-12.012 | 570-1531 D.C. | Los mil años de paz. |
12.013 | 1532 D.C. | Llegada de los españoles al Perú. |
12.417 | 1936 D.C. | Ataque de la Misión de Santa María, Reinha. |
12.422 | 1941 D.C. | Llegada de los primeros soldados alemanes. |
12.444 | 1963 D.C. | Luchas en Maldonado. |
12.449 | 1968 D.C. | Tatunca Nara en Manaus, proclamado príncipe de los Ugha Mongulala. |
12.462 | 1981 D.C. | Profecía: la Tercera Gran Catástrofe. |
GLOSARIO:
Akakor: Aka=fortaleza, kor=dos ; "fortaleza dos"
Blancos Bárbaros: Hombres occidentales de raza blanca que no conocen el legado de los Dioses y quebrantan las leyes de la naturaleza.
Lhasa: Dios proveniente de Schwerta para gobernar Akakor.
Maestros Antiguos: los Dioses de los Ugha Mongulala.
Gran Lago: Lago Titi-caca
Gran Río: Río Amazonas
Samón: Hermano de Lhasa, Dios proveniente de Schwerta para crear un imperio en el Medio Oriente.
Schwerta: Constelación de donde provienen los Dioses; imperio de numerosos planetas.
Ugha Mongulala: "Tribus Escogidas Aliadas"; Ugha=aliado/juntado, Mongu=escogido/elegido, Lala=tribus.
Karl Brugger
Fue un periodista alemán que debió saber demasiado, pues fue asesinado "curiosamente" en 1981, no muchos años después que escribiera su célebre libro "Las crónicas de Akakor", donde se relatan hechos del todo interesantes y que podrían derribar varias creencias en torno a si somos la única humanidad, al origen del hombre americano, la posibilidad de vivir subterráneamente, etc.
En el año 1976 se publica un libro titulado La Crónica de akakor escrito por el malogrado periodista y sociólogo aleman Karl brugger. En él se relataba una historia fascinante comunicada a éste por un "indígena" del Amazonas llamado Tatunka Nara, perteneciente a la tribu de los Ugha Mongulala de la cual dice ser su jefe. tantunka Nara afirma ser hijo de un soldado alemán y de una india. su conocimiento del idioma alemán es perfecto y en esta lengua le relata la historia de su pueblo que, asegura, son descendientes de dioses venidos del cielo.
Éste le contó las leyendas de su pueblo que se remontan a 12.000 años atrás en el tiempo. dijo que los Mongulala eran descendientes de los dioses que habían venido de un sistema planetario llamado Schwerta (pronunciado shberta), y que estos eran los artífices de un sistema de túneles que recorren toda Sudamérica conectando ciudades que ellos mismos construyeron cuyos nombres eran Akakor, Akahim, akanis y otros. Enclaves como Cuzco y Macchu Picchu también estaban conectados a este entramado de túneles siendo utilizados, aunque parcialmente, por los indios en la actualidad.
El imperio de Piedra
La Crónica de Akakor, la historia escrita del pueblo de los Ugha Mongulala, comienza con la partida de los Maestros Antiguos en el año cero. En ese momento, Ina. el primer príncipe de los Ugha Mongulala, dispuso que todos los acontecimientos quedasen escritos con buenas palabras y con lenguaje claro,(Según el indigena se utilizaron pieles de animales), y con la debida veneración para con los Maestros Antiguos. Pero la historia de los Servidores Escogidos se remonta más atrás, a la Edad de Oro.
A cuando los Padres Antiguos todavía gobernaban la Tierra. Muy pocos testimonios se han conservado de este periodo. Los Dioses debieron haber establecido un poderoso imperio en el que todas las tribus cumplían unas tareas determinadas y en el que los Ugha Mongulala ocupaban el primer lugar. A ellos les fue concedida una sabiduría mayor que los hizo superiores a todos los demás pueblos. En el año cero, los Dioses legaron sus ciudades y sus templos a las Tribus Escogidas. Han durado 12.000 años.
Tan sólo unos pocos de los Blancos Bárbaros han visto estos monumentos o la ciudad de Akakor, la capital de mi Pueblo. Algunos soldados españoles que habían sido capturados por los Ugha Mongulala lograron escapar a través de pasadizos subterráneos. Los aventureros y los colonos blancos que descubrieron nuestra capital fueron tomados prisioneros por mi pueblo.
Akakor, la capital del territorio, fue construida hace 14.000 años por nuestros antepasados con la guía de los Maestros Antiguos. También el nombre procede de ellos: Aka significa «fortaleza» y Kor significa «dos». Akakor es la segunda fortaleza. Nuestros sacerdotes hablan asimismo de la primera fortaleza, Akanis. Estaba situada sobre un estrecho istmo en el país que llaman México, en el lugar donde los dos océanos se tocan. Akahim, la tercera fortaleza, no es mencionada por la crónica hasta el año 7315. Su historia está muy unida a la de Akakor.
Nuestra capital está situada sobre un valle elevado en las montañas en la zona fronteriza entre los países llamados Perú y Brasil. Está protegida en tres de sus lados por escarpadas rocas. Al Este, una llanura gradualmente descendente llega hasta la inmensidad de las lianas de la región de los grandes bosques. Toda la ciudad está rodeada por una gran muralla de piedra con trece puertas. Éstas son tan estrechas que únicamente permiten el acceso de las personas de una en una. La llanura del Este, a su vez, está protegida por atalayas de piedra en las que escogidos guerreros se hallan continuamente en vigilancia de los enemigos.
Akakor está dispuesta en rectángulos. Dos calles principales que se cruzan dividen la ciudad en cuatro partes, que corresponden a los cuatro puntos universales de nuestros Dioses. El Gran Templo del Sol y una puerta de piedra tallada de un único bloque están situados sobre una gran plaza en el centro. El templo mira hacia el Este, hacia el Sol naciente, y está decorado con imágenes simbólicas de nuestros Maestros Antiguos. En cada mano, una criatura divina sostiene un cetro en cuyo extremo superior hay una cabeza de jaguar. La figura está coronada con un tocado de ornamentos animales. Una extraña escritura, y que sólo puede ser interpretada por nuestros sacerdotes, reseña la fundación de la ciudad. Todas las ciudades de piedra construidas por nuestros Maestros Antiguos tienen una puerta semejante.
El edificio más impresionante de Akakor es el Gran Templo del Sol. Sus paredes exteriores están desnudas y fueron construidas con piedras artísticamente labradas. El techo está abierto de modo que los rayos del Sol naciente puedan llegar hasta un espejo de oro, que se remonta a los tiempos de los Maestros Antiguos, y que está montado en la parte delantera. Figuras de piedra de tamaño natural flanquean la entrada del templo por ambos lados. Las paredes interiores están tapizadas con relieves. En una gran arca de piedra hundida en la pared delantera del templo se encuentran las primeras leyes escritas de nuestros Maestros Antiguos.
Cerca del Gran Templo del Sol se hallan los edificios para los sacerdotes y sus servidores, el palacio del príncipe y los alojamientos de los guerreros. Estos edificios son de forma rectangular y están construidos con bloques de piedra labrada. Los techos se componen de una espesa capa de hierba sostenida por pértigas de bambú.
Durante el reinado de nuestros Maestros Antiguos, otras veintiséis ciudades de piedra rodeaban Akakor. Todas ellas son mencionadas en la crónica. Las mayores eran Humbaya y Patite, en el país llamado Solivia; Emin, en las zonas bajas del Gran Río; y Cadira, en las montañas del país llamado Venezuela. Pero todas ellas quedaron completamente destruidas por la primera Gran Catástrofe que ocurrió trece años después de la partida de los Dioses.
Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: y Manoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala. En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por nosotros.
El edificio principal estaba rodeado de pirámides más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que resplandecían. Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.
De los tres recintos religiosos sagrados, yo tan sólo he contemplado con mis propios ojos el de Salazere. Se encuentra situado sobre un afluente del Gran Río. a una distancia de unos ocho días de viaje desde la ciudad que los Blancos Bárbaros llaman Manaus. Sus palacios y sus templos han sido completamente cubiertos por la jungla de lianas. Únicamente la cumbre de la gran pirámide se destaca todavía por encima del bosque, cubierta por una densa maleza de matorrales y de árboles. Incluso los iniciados tienen dificultades para encontrar el lugar de residencia de los Dioses.
Está rodeado por profundas marismas, en el territorio de la Tribu que Vive en los Árboles. Esta tribu, tras su primer contacto con los Blancos Bárbaros, se retiró a los bosques inaccesibles que rodean Salazere. Allí el pueblo vive en los árboles como si fueran monos, matando a todo aquel que se atreve a invadir su comunidad. Yo logré dar con el recinto religioso porque hace miles de años esta tribu estuvo aliada con los Ugha Mongulala y respeta todavía los signos secretos del reconocimiento. Estos signos se encuentran grabados sobre una piedra en el borde superior de la plataforma de la pirámide. Aunque nosotros podemos copiarlos, hemos perdido por completo la comprensión de su significado.
También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de la vida y de la muerte. Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente.
Para ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida. (Un claro paralelismo con Egipto)
Las residencias subterráneas
Grande era el conocimiento de los Maestros Antiguos; grande su sabiduría. Su visión alcanzaba a las colinas, a las llanuras, a los bosques, a los mares y a los valles. Eran seres milagrosos. Conocían el futuro. Les había sido revelada la verdad. Eran perspicaces y de gran resolución. Erigieron Akanis, y Akakor, y Akahim. Verdaderamente, sus trabajos eran poderosos, como lo eran los métodos que utilizaron para crearlos: la forma cómo determinaron las cuatro esquinas del Universo y los cuatro lados. Los señores del cosmos, las criaturas de los cielos y de la Tierra, crearon las cuatro esquinas y los cuatro lados del Universo.
Akakor yace ahora en ruinas. La gran puerta de piedra está derruida. Las lianas crecen en el Gran Templo del Sol. Bajo mis órdenes, y con el acuerdo del consejo supremo y de los sacerdotes, los guerreros de los Ugha Mongulala destruyeron nuestra capital hace tres años. La ciudad habría revelado nuestra presencia a los Blancos Bárbaros, de modo que decidimos abandonar Akakor.
Mi pueblo ha huido al interior de las residencias subterráneas, el último regalo de los Dioses. Tenemos trece ciudades, profundamente ocultas en el interior de las montañas llamadas los Andes. Su plan corresponde al de la constelación de Schwerta, el hogar de los Padres Antiguos. En el centro se sitúa Akakor inferior. La ciudad está edificada sobre una cueva gigantesca hecha por el hombre. Las casas, dispuestas en círculo y rodeadas por una muralla meramente decorativa, flanquean el Gran Templo del Sol, que se destaca en el centro. Al igual que Akakor superior, la ciudad queda dividida por dos calles que se cruzan, correspondiendo a las cuatro esquinas de la Tierra y a los cuatro lados del Universo.
Todos los caminos corren paralelos a aquellas. El edificio más importante es el Gran Templo del Sol, cuyas torres sobresalen por encima de las residencias de los sacerdotes y sus servidores, del palacio del príncipe, de los alojamientos de los guerreros y de las modestas casas del pueblo. En el interior del templo hay doce entradas a los túneles que unen Akakor inferior con otras ciudades subterráneas. Éstos tienen las paredes inclinadas y un techo plano. Los túneles son lo suficientemente grandes como para que cinco hombres puedan caminar erectos. Son necesarios varios días para llegar a cualquiera de estas ciudades desde Akakor.
Esquema de las 13 residencias subterráneas (su plan corresponde al de la constelación de Schwerta, el hogar de los Dioses)
1) Akakor 2) Sikon 3) Tat 4) Aman 5) Kos 6) Songa 7) Mu Tanum
9) Gudi 10) Boda 11) Riño 12) Kish 13) Budu
Doce de las ciudades —Akakor, Budu, Kish, Boda, Gudi, Tanum, Sanga, Riño, Kos, Aman, Tal y Sikon— están iluminadas artificialmente. La luz cambia según la posición del sol. Solamente Mu, la decimotercera y la más pequeña de las ciudades, tiene unas chimeneas que llegan hasta la superficie. Un enorme espejo de plata dispersa la luz del sol sobre el conjunto de la ciudad. Todas las ciudades subterráneas están recorridas por canales que traen el agua desde las montañas. Pequeños tributarios abastecen a las construcciones y casas individuales. Las entradas desde la superficie están cuidadosamente camufladas. En casos de emergencia, las residencias subterráneas pueden aislarse del exterior mediante grandes puertas de roca móviles.
Nada sabemos sobre la construcción de Akakor inferior. Su historia se pierde en la oscuridad del más remoto pasado. Ni siquiera los soldados alemanes que se establecieron con mi pueblo pudieron desvelar este misterio. Durante varios años, midieron las instalaciones subterráneas de los Dioses, exploraron el sistema de túneles y buscaron el origen del aire de respiración, pero sin resultado alguno. Nuestros Maestros Antiguos construyeron las residencias subterráneas de acuerdo con sus propios planes y leyes, que no nos fueron revelados. Desde aquí gobernaron sobre su vasto imperio, un imperio de 362 millones de personas, tal y como está escrito en la Crónica de Akakor:
(Estas ciudades interconectadas con capacidad para millones de personas, recordaran a los lectores del blog el post El misterio de las ciudades subterráneas de Capadocia en Turquía
Y los Dioses gobernaron desde Akakor. Gobernaron sobre los hombres y sobre la Tierra. Tenían naves más rápidas que el vuelo de los pájaros; naves que llegaban a su punto de destino sin velas y sin remos, tanto por la noche como por el día. Tenían piedras mágicas para observar los lugares más alejados, de modo que podían ver ciudades, ríos, colinas y lagos. Cualquier hecho que ocurriera sobre la Tierra o en el cielo quedaba reflejado en las piedras. Pero lo más maravilloso de todo lo eran las residencias subterráneas. Y los Dioses se las entregaron a sus Servidores Escogidos como su último regalo. Porque los Maestros Antiguos son de la misma sangre y tienen el mismo padre. (El reinado de los semidioses)
Durante miles de años, las residencias subterráneas han protegido a los Ugha Mongulala de sus enemigos y soportaron dos catástrofes. Los ataques de las tribus salvajes se dispersaron ante sus puertas. En el interior, lo que queda de mi pueblo espera el avance de los Blancos Bárbaros que suben por el Gran Río en un número incontable como las hormigas. Nuestros sacerdotes han profetizado que finalmente descubrirán Akakor y que encontrarán en ella su propia imagen.
Plano de Akakor superior
1) Templo 2) Palacio del príncipe 3) Guardia personal v servidumbre de Palacio
4) Soldados 5) Escuela 6) Sacerdote 7) Servidumbre de los sacerdotes Pueblo 9) Zona agrícola
Arriba: Túnel subterráneo (corte vertical)
Abajo: Corte vertical de Akakor inferior
1) Recinto secreto del templo 2) Salida 3) Túnel subterráneo
Plano de Akakor inferior
1) Templo 2) Palacio 3) Sacerdote 4) A arsenal 5) Pueblo
6) Guardia de palacio 7) Sala del trono Túnel de comunicación 9) Portal de los Dioses
Tatunka afirmó a Karl Brugger que, en la ciudad de Akahim se conservaban aún aparatos técnicos y las naves espaciales de los "dioses" y que, cerca de esta ciudad existen tres enormes pirámides (a unos doce kilómetros de la misma). Igualmente, el jefe indio confirmaría que los "dioses" estaban iniciando su regreso a la Tierra; la prueba de ello – según él – es que los extraños ingenios guardados en las galerías subterráneas estaban en proceso de activación.
Se escribió en una publicación que los Ugha Mongulala, en 1939, recibieron la visita de unos 2.000 soldados alemanes (?) que, al terminar la Segunda Guerra mundial, vieron interceptado su regreso a Alemania, decidiendo establecerse definitivamente en la selva del amazonas, tomando a indias por esposas y teniendo descendencia de ellas. Tatunka comunicó que es así como el idioma alemán se convirtió en la segunda lengua de la tribu, junto con el quechua (?). Es entonces cuando los Mongulala adoptaron como símbolo la esvástica.
Este relato, es poco menos que impresionante. Nos preguntamos – de ser cierto – ¿qué hacían nada menos que 2.000 alemanes de Hitler en el Amazonas? ¡qué buscaban o que estaban tramando? ¿estaban preparando la conquista de Sudamérica o buscando Eldorado?. De todos es conocido el especial interés del tercer Reich por ir a la búsqueda de míticos tesoros como el Santo Grial, el Arca de la Alianza o el perdido Reino del Prieste Juan. con tales fines movilizaron a todo un ejército de arqueólogos y especialistas en las más diversas ramas del saber que excavaron en medio mundo. No debe asombrarnos, por tanto, encontrar uno o dos nombres de arqueólogos alemanes tras cada hallazgo arqueológico hecho en esos tiempos.
Un año antes de publicarse la Crónica de Akakor. Tatunka Nara entra en contacto con el excapitán suizo de Swissair, Ferdinand Schmid, que se hallaba trabajando en Brasil. Schmid se interesó en la leyenda de los Mongulala y en ver la ciudad de los "dioses": Akahim. Schmid conoció a Tatunka Nara en un fortuito encuentro por las calles de la ciudad de Manaos. Según nos relata, iba el por una calle junto con otros pilotos y oficiales de aviación cuando de repente les abordó un indio pidiéndole limosna. Le llamó la atención de que el indígena se expresase en perfecto alemán y decidió entablar con él una conversación. Tatunka Nara le contó entonces su asombrosa historia. Pronto Tantunka Nara y Schmid, que se habían hecho muy amigos, emprendieron juntos diversas expediciones a la selva.
En julio de 1979, Schmid regresaba de una expedición emprendida con Tatunka y se puso en contacto con Däniken a quién ya conocía por sus libros. Schmid le narró las aventuras del camino hasta llegar a las pirámides citadas por el indio. Estas son sus palabras: "Llegados al punto más abajo de la catarata mayor, en el que estaba enclavado nuestro antiguo campamento, nos plantamos en veinte minutos de marcha a través de la selva ante la pared rocosa que había que escalar. Alcanzamos el punto más alto, que estaba poblado de muchas variedades de cactus, y que ofrecía una grandiosa panorámica hacía el oeste. Desde aquí pude fotografiar las tres pirámides y la inmediata cadena montañosa con las antiguas ruinas de Akahim. A partir de ahora nos encaminamos juntos en dirección hacia la catarata, a través de la selva, y a poca distancia de la orilla. De repente había ante nosotros, apoyado en un árbol, un indio. Entre él y nosotros mediaba una hondonada pequeña. Tatunka se detuvo y exclamó "Ramos". El indio se encaminó hacía Tatunka y ambos se abrazaron. Ramos tenía cabellos negros que le caían sobre los hombros, lucía una cinta trenzada en la frente, era de piel bastante oscura, pero tenía ojos claros, verdes. de la oreja derecha le pendía una cadenita en forma de gota, con alguna figura y un reborde exterior decorado".
Ramos era el jefe de la tropa de los Mongulala y estaba allí con sus guerreros, quienes esperaban más arriba. Ramos advirtió a Tatunka que los sacerdotes de su tribu habían decidido su casamiento con la princesa que le había sido asignada hace ya muchos años. Después Ramos le preguntó por el escritor (Däniken), ya que los Mongulala esperaban encontrarse con él, en lugar de con Ferdinand Schmid. Como Tatunka debía volver para casarse con la princesa, Schmid tuvo que elegir entre proseguir él solo con Ramos y sus guerreros o echar para atrás y regresar: El suizo sabía que apenas quedaban unos kilómetros para alcanzar Akahim, la ciudad donde se ocultaban las reliquias tecnológicas de los dioses. Schmid estaba en un dilema. Ramos y sus guerreros no le daban garantías por su vida tanto en su viaje a Akahim como en el retorno a Manaos. Pese ello, con cierta osadía, se empeñó en ir a Akahim. Pensó que, después de tan largo y penoso camino por una jungla donde llovía copiosamente la mayor parte del tiempo, estando a un par de pasos del objetivo tanto tiempo esperado no podía desaprovechar aquella oportunidad que, tal vez, fuese la última. Pero Tatunka le dijo que tenía miedo de volver solo a la civilización. Argumentó que, si regresaba sin Schmid, los blancos – y en especial el propio Däniken -, querrían saber de su paradero y Tatunka se preguntaba si creerían la palabra de un indio. Schmid pensó que si le daba una carta para Erich von Däniken el problema quedaba resuelto. Pero el indio no lo veía claro. Si les daba la carta a los blancos estos podrían pensar que él la escribió presionado por amenazas.
De esta forma, Schmid no tuvo más remedio que volver con Tatunka a Manaos. Sin embargo, pese a ello, no puede decirse que esta historia sea una fantasía. Un año antes, en otra expedición organizada – tal vez a instancias de las autoridades brasileñas – en la cual les acompañó un arqueólogo llamado Roldao Pires de Blandao, pudieron acceder al lugar donde se ubicaban las pirámides. En un desgraciado accidente, Brandao se disparó un tiro en el antebrazo y la expedición tuvo que suspenderse. Brandao fue asistido urgentemente. Después, una vez repuesto de la herida, logró convencer a las autoridades del Brasil para que organizaran una expedición al lugar. Según parece, Brandao se autolesionó con el fin de detener la expedición organizada por Däniken una vez él tuviese localizada la ubicación exacta de las pirámides. Con ello conseguiría que fuesen los brasileños y no los suizos quienes descubrieran aquel importante hallazgo arqueológico. Y, mientras Tatunka, Schmid y Ramos discutían en la selva, la expedición brasileña a las órdenes de Brandao alcanzaba las pirámides siguiendo el curso de un rio secundario.
La publicación brasileña Veja se hizo eco de la noticia que publicó en un extenso artículo en su edición del 1 de agosto de 1979, con fotos de gran calidad. Las afirmaciones de Tatunka Nara quedaban de esta forma confirmadas como veraces.
Dichas pirámides y la ciudad de Akahim se situaban en la cordillera de Parima, en el sistema montañoso del Gurupira, en las fuentes donde nace el río Padauiri (que es afluente del Rio Negro). Su localización está cercana a la frontera con Venezuela y el territorio es considerado por el gobierno brasileño de "seguridad nacional". Las pirámides son de base cuadrangular y la más elevada debe tener entre 100 y 150 metros de altura. Las otras son de menores dimensiones. El arqueólogo Roldao Pires Brandao observó que las pirámides por su forma "son idénticas a las descubiertas en México". Las fotos publicadas por la revista Veja muestran otras construcciones cubiertas por vegetación baja. Terminan en un ápice puntiagudo y, a mi modo de ver, son más parecidas a las pirámides de Egipto que a las de México. Claro que Brandao seguramente se refería a su manufactura, ya que estas tienen una base consolidada de piedras. La expedición brasileña pudo fotografiar las pirámides desde unos cuatro kilómetros de distancia pero, les fue imposible aproximarse a ellas ni a las ruinas de la ciudad abandonada de Akahim ya que no podían abrirse camino a través de la tupida jungla por falta de braceros.
La expedición brasileña asegura haber tenido como guía al indio Tatunka Nara que, no solo les llevó hasta el lugar donde se ubicaban las pirámides sino que prosiguieron hasta el noroeste, siguiendo las crestas de la Sierra de Gurupiara, hasta llegar a las inmediaciones de las ruinas de una ciudad perdida y abandonada medio escondida entre la espesura de la selva. En ella pudieron observar incontables bocas de cavernas por entre las rocas del lugar adyacente. Al parecer, según testimonios posteriores, la ciudad ya había sido vista por pilotos civiles y militares de las Fuerzas Aéreas Brasileñas que sobrevolaron la región. Un etnólogo que les acompañó, Ryoku Yuhan, llegó a la conclusión, después de haber examinado "desde lejos" la ciudad, de que las ruinas tenían gran semejanza con construcciones de estilo incaico y deben tener una antigüedad de "cientos de siglos" (?). Incluso apuntó la posibilidad de que tales ruinas correspondiesen a las de Eldorado, tan buscadas por los españoles. Esta ciudad fue localizada a unos 180 kms. del lugar donde se ubicaban las pirámides.
Pedro Cieza de León, un excelente historiador, escribió en su obra insigne Crónica de Perú que, cuando los incas fueron derrotados por sus vecinos los chanca, su jefe Ancoallo, decidió retirarse en dirección a la Amazonia con gran número de sus gentes. Cieza de León nos relata que "con las mujeres a la cabeza se puso en marcha y cruzó las provincias de Chachapoyas y Huanuco y, habiendo cruzado las montañas de los Andes avanzaron por aquellas Sierras hasta que, como nos relatan, llegaron a un gran lago, el cual creo, debe ser el lugar donde se ubica la leyenda de Eldorado. Construyeron allí sus poblados y se multiplicaron grandemente".
Antonio de Berrío, visionario e infatigable buscador de Eldorado, creía que la Guayana era el lugar de origen de los incas. En las cartas que enviara Berrío al Rey de España, en enero de 1593 explica que "hay muchas historias que todos conocen… que los reyes incas de estas provincias (de Guayana) fueron a conquistar Perú y más tarde a causa de los enfrentamientos que surgieron entre los hermanos uno regresó por temor al otro, huyendo a estas provincias". De hecho, el capitán Vera, quien buscó el paso hacía las tierras interiores de la Guayana, al volver de su expedición le contó a Berrío que las "gentes ricas" del lago Manoa habían llegado solo 20 años antes y que habían sometido a muchos de sus antiguos habitantes. Estos recién llegados se vestían y hablaban una lengua diferente. Vera dice de ellos: "Son un pueblo de comercio muy desarrollado y muy ricos en oro, que dedican a sus numerosos santuarios que tienen en los cerros y montañas". Pedro Maraver de Silva también creía algo parecido. Suponía que después de que Pizarro se hizo con el control del Imperio Inca, acabando con sus jefes en Cajamarca, un grupo importante de nobles y gentes de aquel país huyeron hacía el Amazonas portando consigo todo el oro que pudieron llevar. Teniendo en cuenta que el 16 de noviembre de 1532, Pizarro se hizo con el control del Imperio Inca y que, el capitán Vera volvió de su expedición en 1593, cabe la posibilidad de que un número importante de incas volviesen a sus tierras de origen en la Guayana.
La expedición de Brandao, tal vez encontró uno de los antiguos enclaves incas del Amazonas o incluso la ciudad de Manoa. Tatunka asegura que los Mongulala hablan quechua, además de alemán. El quechua es la lengua mayoritaria de los incas del Perú después del Aymará y, los Mongulala viven a más de 1.800 kilómetros del territorio – que se admite – ocupaban los incas.
En 1984, en el concurrido paseo de la playa de Ipanema en Rio de Janeiro, y a plena luz del día, Karl Brugger recibe un certero disparo de un asaltante – que nada le robó -. El disparo le dio en una parte vital muriendo inmediatamente. Se comentó que Karl iba a hacer públicas en los días próximos a su asesinato de fotos y filmaciones que probaban que hubo un asentamiento del Tercer Reich en la parte alta del Río Negro.
Después de lo expuesto, uno no puede menos que analizar con cierta reserva el relato de todas estas expediciones. En primer lugar, nos llama la atención de que todo un cuerpo expedicionario nazi quedara atrapado en la selva amazónica. Segundo: no hay duda de que es doblemente exótico encontrarnos con un indio amazónico que sabe hablar perfectamente alemán. Un indio mestizo que es jefe de una tribu y conocedor del sitio donde se hayan las ruinas de las ciudades de sus antepasados. Tatunka, después de hablar con el consejo de sabios de su tribu, recibe el beneplácito de estos para dar a conocer al mundo la herencia de sus "dioses".
- El primero: que se hace eco de su maravilloso relato es el periodista Karl Brugger quién escribe todo un libro sobre el tema.
- Segundo: Ferdinand Schmid se siente vivamente interesado en el asunto y contacta con Tatunka Nara, con el que – al parecer – hace buenas migas. Tras algunos paseitos por la selva, Schmid decide ponerse en contacto con Däniken. Sabe que si hay alguien en el mundo que pueda dar merecida publicidad a este asunto es el famoso escritor y compatriota. Erich von Däniken, tras un previa entrevista, decide costear una expedición a Akahim y se lleva con ellos a un arqueólogo brasileño, Roldao Pires Brandao. En 1978 la expedición llega al lugar pero ocurre el desgraciado accidente que antes comentábamos.
- Tercero: un año después, Brandao y los suyos hacen otra expedición, consiguen unas excelentes fotos de las pirámides amazónicas y publican todo el material en la revista Veja. por lo tanto, hay pruebas de que existen tales construcciones y ciudades.
- Cuarto: los conquistadores españoles llegaron a tener conocimiento de la existencia de tales ciudades que identificaron con el buscado Eldorado. La misma opinión tiene Ryoku Yuhan, etnólogo que acompañó a la expedición de Brandao.
- Quinto: después de todo esto, apenas si se sabe nada más de akahim.
Hoy se conoce que Tatunka Nara no es un indio mestizo, sino un ciudadano alemán nacido y casado en la República federal como bien demostró una revista de ese país. Dicha publicación localizó a su exmujer y le pagó el viaje al Amazonas para confrontar a ambos excónyuges. Tatunka Nara abandonó Alemania en 1965 y, desde entonces vive en la selva con los indios Mongulala. Que todos los miembros de esta tribu hablen alemán es un hecho no probado. Däniken ya manifestó en su momento que no cree en la veracidad de lo que se cuenta en Crónicas de Akakor y en Tatunka Nara aunque no descarta en absoluto que existan ciudades perdidas en las profundidades ignotas de la selva amazónica. Sin embargo, el famoso escritor parece ignorar las pruebas aportadas por la expedición de Brandao que confirmarían la existencia de las ruinas de Akahim, y por tanto también las afirmaciones del "indio alemán". Dicha incursión arqueológica se efectuó en 1979. Desde entonces hasta ahora han transcurrido algo más de dos décadas y, cuesta creer que desde entonces no se hayan organizado otras expediciones. ¿Hemos de pensar que el descubrimiento las pirámides publicado por la revista brasileña Veja y de una ciudad en la sierra de Gurupira fueron un montaje publicitario?. Si este descubrimiento fue considerado en su momento como "el más transcendental hecho en América" ¿Cómo es que no se han hecho más expediciones a la zona? o quizás si se han hecho pero no tenemos conocimiento de las mismas.
Parece que todo este asunto ha sido olvidado por casi todos tendiéndose sobre él un velo de olvido. Podría ser que el gobierno de Brasil decidiera tomar cartas sobre el asunto y llevar todo esto de una forma más cauta y sin sensacionalismos. Es posible que entonces se hayan hecho otras expediciones al lugar para dar a conocer los descubrimientos de una forma más seria y meditada. En el campo de las suposiciones, tal vez hayan descubierto ruinas demasiado "fuera de sitio" y hayan decidido archivarlo todo como "top secret", cosa que no sería la primera vez. Quizás encontraron evidencias históricas muy embarazosas en "Akahim" que ponen en entredicho los esquemas reconocidos del origen de las civilizaciones americanas. Por supuesto, estoy especulando, pero no es la primera vez ni será la última que se ocultan e incluso destruyen pruebas demasiado comprometedoras de nuestro pasado. ¿Acaso no es una zona de seguridad nacional?. En dicha región se han producido grandes incendios, en especial en los años 1991 y 1992, ¿quizás tienen que ver con todo esto o acaso se hicieron para hacer pasturas para las vacas de alguna multinacional de comidas rápidas?.
Akahim y las pirámides pueden ser dos piezas importantes del puzzle arqueológico de Sudamérica pero no encajan en la historia oficial. Un ejemplo, la ciudad descubierta a unos 180 kms. de las pirámides tenía un sorprendente parecido con las construcciones incaicas. Sin embargo, según la historia oficial, no hay indicios de que los incas estuviesen allí. Pero, aún en el caso de que esto fuese admitido, entonces tendrían que fechar tal establecimiento como anterior a la cultura inca en las Sierras y los valles de los Andes. Y por admitir tendrían que hacerlo en otras cuestiones de difícil explicación. Es posible que hayan encontrado escritura en ellas y que ésta sea demasiado parecida a otras ya encontradas en diversos lugares de toda Sudamérica. Recordemos que la historia oficial afirma que los incas no poseían escritura aunque si utilizaban un sistema de notación numérica, los quipus. Los incas levantaban zócalos en forma piramidal de no demasiada altura. Generalmente, tales construcciones se limitaban a varias terrazas superpuestas, la superior más pequeña que la precedente. Las pirámides halladas por Brandao en el nacimiento del rio Padauiri, son muy elevadas, comparables a las egipcias, mayas o aztecas. Las descripciones de las ruinas – hechas desde lejos – por personas especializadas que tomaron parte de la expedición son de por si no concluyentes. De haberse efectuado otras expediciones al lugar e iniciado excavaciones aparecerían figuras escultóricas, signos, escritura, tesoros, enterramientos, cerámica, etc…
Por cierto, el nombre del rio Padauiri tiene traducción en La Antigua lengua Madre. Significaría algo así como: "contiene la ciudad de Pa".
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