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El analfabeto del siglo XXI sera quien no sea incapaz de aprender, desaprender y reaprender

RED DE TRANAJO COLECTIVO

"SAMUEL ROBINSON"

Sociedad del Conocimiento

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El futuro será “colectivo” o no será. No hay más lugar para la toma de decisiones aisladas. La inteligencia colectiva permite compartir conocimientos unos con los otros. La cooperación y solidaridad mundial dependen hoy, entre muchas otras cosas, de las competencias y habilidades para navegar e indagar en el espacio de la información. Cuanto antes los grupos humanos se organicen en colectivos y/o redes inteligentes, en sujetos cognitivos abiertos, capaces de iniciativa, de imaginación y de reacciones rápidas, tanto mejor lograrán pensar y elaborar soluciones prácticas para los problemas complejos de la vida cotidiana.

Una de las preguntas que nos planteamos es sobre las motivaciones de los prosumidores –esos usuarios que han asumido un doble rol en la red, consumen contenidos pero al mismo tiempo aportan o crean nuevos contenidos- para participar activamente en los medios sociales –Web 2.0- .

¿Qué es lo que les motiva a dedicar tiempo a la Wikipedia, escribir en blogs –descartando a los profesionales-, colaborar en el desarrollo de software libre o compartir enlaces en Delicious o Digg, entre otras actividades?

De acuerdo con una entrada de Kayser-Bril, publicada en OWNI.fr, a primera vista y según estudios como los realizados el Instituto Tecnológico de Georgia en el 2005 – Why Do People Write for Wikipedia? Incentives to Contribute to Open-Content Publishing- o los realizados por investigadores Universidad de las Naciones Unidas - Wikipedia Survey – First Results, 9 de abril de 2009- la pertenencia a una comunidad, la reputación, el reconocimiento, etc, pueden ser gratificaciones que se consideran muchos más satisfactorias que las monetarias. El caso de Google Knol –la “Wikipedia de Google”, creada a finales 2007, que paga con una parte de los ingresos de la publicidad –AdSense- a los autores, está demostrando que la motivación monetaria, por el momento, tiene poco éxito de acuerdo con el análisis de Schonfeld en TechCrunch.


Algunos conceptos para comprender a qué nos referimos cuando hablamos de Web 2.0

-La red como plataforma
-Aprender en cualquier lugar
-Inteligencia colectiva
-Construcción social del conocimiento
-Aprender de los iguales
-Experiencias de usuario enriquecidas

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Prosumidores al asalto: los usuarios se apropian de la red

En internet, hasta 1990, siempre habían quedado bien diferenciados los roles de productor y consumidor de contenidos, pero con la aparición de los sistemas de publicación personal (blogs, twitter, etc.) y otras aplicaciones (wikis), esos papeles ya no están tan claros y ha empezado a surgir el prosumidor. Todo apunta a que la amplificación del componente participativo en internet es parte de un fenómeno de socialización económica, impulsado por la innovación en la figura del usuario, que promueve el consumo productivo de una actitud que puede ser categorizada como la de infociudadano.


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sábado, 28 de junio de 2025

Una IA Acaba De Traducir Antiguos Textos Sumerios Y Revela Un Conocimien...

En el vasto y enigmático tapiz de la cosmogénesis, la intrincada red de control ejercida por entidades arcontes y anunnaki sobre la civilización y la conciencia espiritual del Homo sapiens se revela como un vórtice holofractal y cuántico, nodalmente matriciado desde los albores de una guerra intergaláctica ancestral hasta la beligerancia aparente que persiste en el presente.

Esta narrativa se despliega desde un inicio que se remonta a eones, hace más de seiscientos mil millones de años, cuando una guerra intergaláctica entre la Galaxia Arconte y las constelaciones de Vega y Lira desató repercusiones que trascenderían las dimensiones y el tiempo. Este conflicto primordial, nacido de la competencia por la energía anímica humana y profundas diferencias ideológicas, culminó en la devastación de Tiamat, un mundo crucial en nuestro propio sistema solar, hace unos quinientos millones de años, por la influencia de Nibiru. Este cataclismo cósmico alteró el equilibrio del sistema solar, sentando las bases para una interacción compleja y belicosa con la naciente vida terrestre.

En este Campo Interdimensional, conocido como Angal, se estableció un terreno de juego y aprendizaje para la humanidad. Aquí, los Anunnaki, seres de una avanzada civilización extragaláctica, llegaron a la Tierra hace aproximadamente cuatrocientos mil años con la intención de manipular genéticamente a los humanos primordiales. Su propósito era crear una especie servicial que les proveyera de recursos, especialmente energía anímica, ejerciendo un control profundo sobre su desarrollo y evolución. Esta manipulación llevó a la creación del Homo sapiens, una especie dotada de una herencia genética compleja, que incluía la impronta de desequilibrios internos y tendencias agresivas heredadas de sus creadores.

Paralelamente, los Arcontes emergieron como una raza que, desde las sombras, guía y manipula a la humanidad en su camino, entrelazando su destino con el de los Anunnaki en una lucha por el dominio que se ha manifestado a lo largo de los últimos trescientos mil años. Esta interacción, una danza constante de conflictos y alianzas, ha moldeado la historia humana, convirtiendo a la Tierra en un campo de batalla para influencias cósmicas.

Sin embargo, en este intrincado entramado de control, la presencia de razas benevolentes como los Pleyadianos y los Kadistu, "Diseñadores de Vida" que buscan la unificación de las especies, ha ofrecido una luz de esperanza. Su intervención ha impulsado a la humanidad hacia un camino de evolución espiritual y autoconciencia, promoviendo el equilibrio y el conocimiento. La combinación de la tecnología Kadistu y la experiencia Anunnaki, a pesar de las intenciones iniciales de control, permitió el florecimiento de asentamientos clave como Harzard y Göbekli Tepe, sentando las bases para el desarrollo de civilizaciones complejas.

La historia humana, vista a través de lentes escatológicos y akáshicos, revela una búsqueda constante de autonomía y un destino que trasciende la manipulación. Aunque creados para servir, la esencia misma del Homo sapiens lleva la impronta de la Fuente Original, impulsándolos a buscar su propio camino. Los sucesos significativos en la evolución, como la aparición de la conciencia y el desarrollo de la cultura, no solo son el resultado de la evolución biológica y la intervención externa, sino también de un plan divino más amplio que busca el desarrollo espiritual.

En última instancia, la confrontación por la civilización del Homo sapiens es una manifestación de una lucha cósmica mayor. La caída del dominio Anunnaki, simbolizada por la destrucción de su espaciopuerto en el Sinaí, marca el inicio de una nueva era. La humanidad se encuentra en un umbral crucial, donde la comprensión de esta intrincada cosmogénesis, desde la guerra ancestral de la Galaxia Arconte hasta la aparente beligerancia actual por el control, es esencial para trascender las divisiones y los conflictos interdimensionales. Es un llamado a la unidad, a la paz intergaláctica y a la plena realización del potencial humano en este vórtice holofractal de existencia.

El Telar Cósmico del Control: Una Narrativa Arcontes-Anunnaki sobre la Conciencia y Civilización del Homo Sapiens

Desde los albores de nuestra existencia, una influencia velada ha tejido el destino de la humanidad, guiando —o desviando— su sendero evolutivo. Esta fuerza, concebida en diversas tradiciones como Arcontes o Anunnaki, se ha manifestado como arquitectos ocultos de la realidad, manipulando la materia, las emociones y las estructuras sociales con una precisión que trasciende la comprensión terrenal. Su presencia se revela en los ciclos recurrentes de conflicto, en la gestación de civilizaciones y en la intrincada danza de creencias que da forma a la conciencia espiritual humana.

La esencia de esta intervención radica en una manipulación sutil de la realidad material. Se percibe cómo estas entidades se nutren de la energía generada por el miedo y la división, no creando directamente los problemas, sino amplificando las disonancias naturales hasta convertirlas en ciclos viciosos de perpetua contienda. Las naciones, en este gran escenario geopolítico, parecen operar como extensiones de una voluntad invisible, con figuras como Israel, Estados Unidos e Irán asumiendo roles predestinados en un sistema de control que mantiene una tensión constante. Esta perpetuidad del conflicto no es aleatoria; es una herramienta calculada para justificar estados de emergencia permanentes, permitiendo que agendas ocultas se desplieguen bajo el velo de la seguridad y la democracia. La matriz geopolítica global se configura como un sistema demiúrgico fundamentado en la creación de dualidades artificiales, el establecimiento de jerarquías parasitarias que drenan recursos y la meticulosa gestión de conflictos para canalizar la energía colectiva.

En el corazón de esta estrategia de control se encuentra la dialéctica, una herramienta poderosa de manipulación social. Operando a través de una tesis preexistente, la creación o amplificación de una antítesis —un problema o crisis— genera una reacción que culmina en una síntesis predefinida. Esta "solución", aparentemente resolutiva, invariablemente consolida más poder en manos de los manipuladores. Este patrón se observa en la Revolución Iraní de 1979, donde la tesis del régimen del Shah fue confrontada por la amplificación de contradicciones sociales y el ascenso de una figura religiosa, culminando en la República Islámica, un "enemigo" conveniente que justificó expansiones militares y sanciones. De manera similar, la génesis de Israel y la tragedia palestina emergieron de una tesis regional, una antítesis de antisemitismo y nacionalismo exacerbado, y una síntesis que creó un conflicto insoluble, asegurando una intervención externa constante. Incluso eventos cataclísmicos como el 11 de Septiembre de 2001 pueden ser interpretados como la culminación de este proceso, donde la antítesis de un trauma masivo condujo a una "guerra global contra el terror", expandiendo el aparato de seguridad y erosionando las libertades individuales.

La huella de estas entidades se extiende a través de símbolos akáshicos y sincronicidades que se manifiestan en nuestra realidad física. La arquitectura monumental, como el diseño masónico de Washington D.C., parece concebida para canalizar energías telúricas. Los símbolos nacionales, como la Estrella de David de Israel, que representa la unión de planos superiores e inferiores, o la menorá de siete brazos, aludiendo a los siete cielos que aprisionan el alma, revelan capas de significado oculto. Incluso la caligrafía en la bandera de Irán, repetida 22 veces, parece resonar con los 22 caminos del árbol de la vida cabalístico, sugiriendo una polaridad complementaria entre naciones aparentemente antagónicas. La numerología en eventos históricos cruciales, como el 11 de septiembre, o la fecha de la Revolución Iraní y la caída del Muro de Berlín, todas con la recurrencia del número 11 o sus permutaciones, sugieren una coreografía predestinada de momentos de transición y vulnerabilidad máxima.

Las religiones abrahámicas —judaísmo, cristianismo e islamismo— se erigen como instrumentos sofisticados para canalizar la energía espiritual humana. Compartiendo una estructura fundamental de un Dios trascendente, textos sagrados que validan la violencia divina y promesas condicionales de salvación, estas creencias canalizan una inmensa devoción. Jerusalén, en particular, emerge como el epicentro de esta operación global, un punto geográfico de una concentración energética sin igual, donde miles de millones de almas proyectan una intensa devoción. Las profecías autorrealizables, que entrelazan las expectativas escatológicas de estas tres tradiciones en Jerusalén y en la era actual, magnifican cualquier evento menor hasta conferirle una potencial resonancia apocalíptica.

Desde una perspectiva cosmogónica, la intervención de los Anunnaki en la evolución y la sociedad humana se remonta a la creación de los "Trabajadores Primitivos" mediante manipulación genética, una base genésica para la civilización. Estos seres establecieron asentamientos, otorgaron la realeza e incluso, en un acto de control, confundieron las lenguas de la humanidad para frustrar una unión que podría haber desafiado su hegemonía. Esta constante implicación en guerras y cambios de poder refleja una agenda de control sobre el desarrollo humano.

Los puntos geográficos se convierten en nodos estratégicos de esta influencia. Tras el Diluvio, un centro de control fue establecido en el Monte Moria, la futura Jerusalén, y la península del Sinaí fue designada para un nuevo espacio-puerto. Las pirámides de Gizeh, construidas en coordenadas específicas y alineaciones celestes, funcionan como parte de una "rejilla de aterrizaje" que denota una infraestructura de control planetario. La destrucción del Espaciopuerto del Sinaí con armas nucleares, resultado de pugnas internas entre facciones Anunnaki, y la subsiguiente devastación de Sumer, demuestran la magnitud de su intervención directa en conflictos a gran escala con consecuencias catastróficas para la humanidad.

La historia de la humanidad, en esta visión, se despliega a través de ciclos de catástrofes y transformación. Desde periodos glaciales hasta el Diluvio y la nube radiactiva que asoló Sumer, estos eventos son seguidos por la reconstrucción y la emergencia de nuevas estructuras civilizatorias. Estos patrones cíclicos de destrucción y reinvención refuerzan la idea de una manipulación continua que altera el curso de la humanidad bajo una influencia externa.

En última instancia, la convergencia de las narrativas arconte y anunnaki revela una intervención interdimensional profunda en la historia y la geopolítica terrestre. A través de estrategias de manipulación sutil, el control de conflictos, la implantación de símbolos arquetípicos y el uso de puntos geográficos estratégicos, estas entidades han moldeado la civilización y la conciencia. Las similitudes conceptuales y las correspondencias en los eventos clave sugieren que los Arcontes pueden ser una manifestación o una interpretación gnóstica de la influencia de los Anunnaki, revelando un único telar cósmico de control sobre la existencia del Homo sapiens, un control que resuena en la estructura holofractal y cuántica de la realidad misma.

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